domingo, julio 30, 2006

Huelga Salvaje

Estoy contento; son las 18:53, teóricamente tenia que estar en Madrid desde hace más de 24 horas, pero debido a la huelga de trabajadores de Iberia, estoy aún en Barcelona, esperando que salga mi vuelo (pero no tengo conexión a Internet, asi que sólo puedo escribir en el portátil), no se cuando llegaré a Madrid.

Lo que ha pasado en El Prat ha sido caótico, todo colapsado, gente y maletas por todos lados. Colas interminables, he calculado que para llegar del inicio de la cola de la oficina de ventas de Spanair al final, se tardan dos minutos andando, ¡increíble! Reparten gratuitamente agua y (creo) bocadillos los empleados del aeropuerto, el calor se hace asfixiante. La gente duerme como puede en el suelo (incluso me han ofrecido amablemente una colchoneta hinchable de playa para descansar), no hay espacio físico, hay gente que ha pasado la noche en las cintas transportadoras o incluso debajo de los coches de exposición del aeropuerto; y muchos, en la calle, que hace menos bochorno que dentro. Sus caras son de desesperación, de angustia, de rabia, de impotencia...

No estoy contento por todo esto que está pasando, ni porque vea que mi vuelo finalmente embarca. Últimamente me irritaba a menudo por cualquier cosa, me enfadaba conmigo mismo y me tomaba demasiado a pecho todos los problemas, los míos y los de los demás, quería dar solución a todo y me desesperaba el no poder hacerlo, hasta el punto de estar bloqueado emocionalmente. Pero hace unos días me di cuenta que no merece la pena y decidí que intentaría disfrutar de todo, absolutamente de todo lo que hiciera, por supuesto que se que seguiría teniendo problemas y que intentaría solucionarlos, pero de otra forma, viendo la vida desde otro punto de vista.

Ya lo conseguí cuando fui al dentista la semana pasada pero esto ha sido mi primera gran prueba de fuego. La razón de mi alegría es de esto, he superado este problema con tranquilidad, serenidad, sin preocupaciones y sin irritarme. He pasado mucho tiempo solo, pero he disfrutado, he leído mucho, he paseado, he hecho fotos (cada vez me gusta más la fotografía), he hecho turismo ... y no he perdido la calma, porque no merece la pena ;)

Todo esto ha hecho que esté de mejor humor, que me sienta bien por dentro y por fuera; he visto los beneficios inmediatamente, hace una semana seguramente hubiera comido compulsivamente en el aeropuerto por estar pensando en los problemas, pero hoy no. Hoy me reconozco como la persona que era hace mucho tiempo y que poco a poco las preocupaciones pudieron con ella hasta límites inimaginables; por eso estoy contento, queda mucho por recorrer, pero ya estoy en camino de volver a ser el de antes ;-)

¡Gracias Iberia!

sábado, julio 15, 2006

La llegada

El avión aterrizó con el ya habitual retraso de dos horas. Se dirigió con calma al area de aparcamiento de la terminal del aeropuerto; con tanta calma que impacientó al resto de pasajeros, se levantaban buscando sus cosas, farfullaban contra compañias, pilotos y huelgas que parecian ser destinadas a hacer daño al usuario final.

Todos se impacientaban menos él; él seguia cruzado de brazos, con la mirada perdia mirando por la ventanilla, fuera el ajetreo era el habitual en un aeropuerto. Se había pasado en esa postura durante todo el vuelo. Nadie era capaz de imaginar lo que pasaba por su mente, la cantidad de problemas que o bien había solucionado, o bien había encontrado, la cantidad de fantasmas contra los que estaba luchando, la cantidad de momentos ya pasados ya fueran buenos o malos que recordaba, nadie se lo podía imaginar.

Pasaron diez minutos, interminables para los viajeros, antes de que abrieran finalmente las puertas del avión y les liberarán de aquella prisión voladora. Salieron todos como almas que lleva el diablo hacia las cintas que les devolverían sus maletas.

Él no tenía maleta, no tenia nada que guardar, todo lo imprenscindible lo llevaba encima, asi que, sediento, sólo pensaba en comprar una botella de agua, encontró su premio en el pequeño bar donde le atendió una hermosa sonrisa sudamericana. Una vez satisfecho su ansia, se dirigió hacía la salida y allí se encontró con los pasajeros de su vuelo y casi todos juntos cruzaron la puerta que les devolvía a la ciudad, que les daba la bienvenida.

Allí había gente de todo tipo pero a él no le esperaba nadie. Ese matrimonio ya anciano no le esperaba a él, sino a su hijo recien llegado de su estancia anual en Londres, se les veía cara de impaciencia y de felicidad. Tampoco era para él ese abrazo de una sinceridad amistosa envidiable, sino era para aquella chica de la falda blanca que visitaba a su amigo. Por supuesto, no recibiría ninguna de esas sonrisas de personitas que no alcanzan el metro treinta de altura, eran propiedad exclusiva de aquel emigrante que volvía a casa a ver a sus sobrinitos. Y ya obviamente, ese beso dado con todas las buenas intenciones y que suplia cualquier palabra o gesto, tampoco le tenía como objetivo; el afortunado era aquel muchachito que había encontrado cuatro dias de tregua laboral para reencontrarse con su media naranja.

Asi que él, cabizbajo y meláncolico por aquella carencia tan importante de recibimiento de gestos y palabras, pero con paso decidido, se subió al taxi que le llevaría a la oficina, otro dia duro de trabajo empezaba.

martes, julio 11, 2006

De sentimientos...

Debido a la &%$·@# huelga de pilotos, he tenido que viajar hoy por la tarde a Barcelona, en lugar de mañana por la mañana. Es la una y media de la madrugada (aunque esto lo publicaré mañana) y acabo de llegar al hotel, ya estoy de nuevo instalado, preparado para otra semanita de trabajo… y van unas cuantas ya…

Para matar los tiempos muertos de los viajes, me gusta pensar, le doy vueltas a todo. Hoy me he centrado en un sentimiento que vengo sintiendo, valga la redundancia, desde hace unos cuantos meses ya; y es el sentimiento de ser un apátrida. No creo que tenga una patria, una tierra. Antes me consideraba madrileño, luego catalán, pero ¿ahora? Ahora creo que no soy de ningún sitio, no se si gracias a o por culpa de los viajes, este sentimiento ha crecido dentro de mi.

Tampoco se si es bueno o malo, para mi tiende a ser más bueno que malo. Creo que me adapto bien al medio, y de todos los lugares donde estoy, hago de ellos un pedacito dentro de mi, de sus tradiciones, de su cultura, cojo un poco y lo meto dentro de mi, de forma que no vuelve a salir, así que lleno este cuerpecito serrano que Dios (o quien sea) me ha dado de recuerdos de todos los lugares donde he estado. El punto malo es que no te sientes plenamente identificado con ningún lado, que no puedes decir eso de “me voy al pueblo”, porque un apátrida no tiene pueblo (supongo), o cuando te preguntan que de donde eres te quedas un poco parado sin saber que decir, como decía el filósofo, es raro raro raro ;)

Sea como fuere, como pienso que esto no es malo del todo, tengo claro que seguiré moviéndome cuanto pueda por cualquier lado, que ya tendré tiempo de elegir una patria, ¿no?

PS: Obviamente, un apátrida es alguien que realmente no tiene nacionalidad, lo mío sólo es un sentimiento y lo llamo así ;)

domingo, julio 09, 2006

Fin...

Tenia pensado escribir sobre el Mundial. Pero me he quedado con tan mal sabor de boca (por el cabezazo de Zidane) que creo que lo dejaré para mañana, que hoy cortaría trajes y no es mi estilo ;)

Tristes aniversarios

Temblores, escalofríos y lágrimas.
Desolación, sufrimiento y dolor.
Pena, rabia e indignación.
Tristeza, desconsuelo y abatimiento.

(...)

Es lo que sentí hace un año. Sin embargo, estoy convencido de que lo vamos a conseguir, de que vamos a conseguir un mundo en paz...